El alma de Marruecos late con fuerza en Marrakech. Perderse en el laberinto de su medina, declarada Patrimonio de la Humanidad, es una experiencia en sí misma. No te pierdas la plaza de Yamaa el-Fna, un espectáculo viviente donde convergen encantadores de serpientes, vendedores de zumo y puestos de comida. Relájate en los Jardines de la Menara o descubre la joya arquitectónica de la Madraza de Ben Youssef.
Un sueño en tonos añil. Chefchaouen, enclavada en las montañas del Rif, es famosa por sus calles y edificios pintados de un azul hipnótico. Es el lugar perfecto para pasear sin prisa, hacer fotografías increíbles, comprar artesanía local y disfrutar de una atmósfera tranquila y relajada, muy diferente al bullicio de otras ciudades imperiales.
Una experiencia casi espiritual. Adentrarse en las dunas de oro de Erg Chebbi, cerca de Merzouga, es una de las postales más emblemáticas del país. Pasa una noche en un campamento bereber, monta en camello al atardecer y contemplar un manto de estrellas en la noche del desierto es algo que recordarás para siempre.
Fez alberga la medina medieval más grande y mejor conservada del mundo. Un viaje en el tiempo a través de sus más de 9.000 callejones. Es imprescindible visitar las Curtidurías de Chouara, donde el oficio se mantiene intacto desde hace siglos, y dejarse sorprender por la imponente Madraza de Bou Inania.
Para un cambio de ritmo, Essaouira es la respuesta. Esta ciudad costera, bañada por el Atlántico, combina una preciosa medina amurallada (escenario de Juego de Tronos) con un puerto pesquero lleno de vida. Disfruta de sus largas playas ideales para deportes acuáticos, su relajado ambiente bohemio y sus deliciosos pescados frescos a la parrilla.
Este impresionante ksar (pueblo fortificado) de adobe es una parada obligatoria en la ruta hacia el desierto. Declarado Patrimonio de la Humanidad, sus arquitecturas en la cima de una colina ha sido escenario de películas como Gladiator y Lawrence de Arabia. Cruzar su río y pasear por sus callejuelas es como retroceder siglos atrás.
Para los amantes de la naturaleza y los paisajes espectaculares, la ruta por el Valle del Dades y las Gargantas del Todra es un must. Conocida como la "Ruta de las Mil Kasbahs", este recorrido te mostrará cañones profundos, palmerales y formaciones rocosas increíbles. Las Gargantas del Todra, con sus paredes verticales de hasta 200 metros, son un paraíso para los escaladores.
Aunque menos turística que otras ciudades, Casablanca merece una mención por albergar un monumento icónico: la Mezquita de Hassan II. Situada sobre el océano, es una de las mezquitas más grandes del mundo y su interior es simplemente deslumbrante. Combinar su visita con un paseo por el paseo marítimo de La Corniche te dará una visión del Marruecos más contemporáneo.